La característica psíquica distintiva de los seres humanos sanos, es la formación de un centro yoico consciente de sí mismo. Es justamente esta característica la que promueve nuestra incesante búsqueda del placer y bienestar, tal como lo dictan nuestras apetencias yóicas.
Para la mayoría de nosotros toda referencia a la frustración y el dolor, que conlleva la aceptación de las limitaciones de la existencia encarnada que somos, es, cuando menos, mala palabra.
Saturno nos recuerda que si este fuera un mundo ideal y etéreo, todo sería perfecto, sin dolor de ningún tipo ni frustración alguna, pero sucede que este no es un mundo ideal y etéreo, sino que es un mundo real y concreto, hecho de sustancia material que no se ajusta necesaria ni perfectamente a nuestros deseos. Encarnamos en un cuerpo físico, que por lo demás tiene toda una serie de características e imperfecciones, que enferma y tiene sus particulares dinámicas, necesidades y exigencias. El paso del tiempo, (para los Griegos Saturno era Cronos y era el inventor del Tiempo) nos recuerda invariablemente la mortalidad de la existencia terrena.
En la mitología Saturno es el dios de la agricultura, con su hoz, dispuesto al acto de la cosecha, y por ende tiene gran importancia en el establecimiento de los primeros asentamientos agrícolas y en la constitución de las primeras sociedades. En el psiquismo humano, Saturno está relacionado con el orden social y sus normas. Es por eso que si rastreamos sinceramente el simbolismo de este planeta en nuestra propio psiquismo encontraremos que está relacionado con nuestra sociedad de origen, nuestra familia y con sus figuras de poder. Con lo que estaba “bien” ser o hacer y con sus estándares de aprobación o castigo. Tal vez descubramos también que las relaciones que establecimos con estas figuras de poder, tan importantes en el desarrollo del psiquismo individual, nos han dejado sus particulares marcas de frustraciones y desamor.
Tanto sea si las limitaciones y las carencias se evidencien en la esfera física, en la esfera emocional, en los aspectos mentales y de relación del ser humano ,o hasta en la propia conciencia y auto expresión del ser; todos llevamos grabada a fuego la experiencia limitante de la encarnación. En Astrología, Saturno representa nuestro recordatorio personal y permanente de tales limitaciones.
¿Después de todo porque no ha de ser así? Al parecer, el espíritu del hombre es por definición enormemente amplio, casi ilimitado y debe encarnar en la existencia terrena dentro de un limitadísimo envase material. Es como pretender meter un pie de talla 44 en unos zapatos del 36 y que te queden cómodos. En el proceso es inevitable que partes de ese espíritu eterno no se sientan del todo cómodas, dentro de la limitada forma física en la cual nos manifestamos. En el ejemplo de los zapatos diríamos que o te duele en el talón, o en el empeine o en la punta de los dedos, o en cualquier otra parte, pero que en algún sitio te dolerá.
Esta sensación de inadecuación es profundamente dolorosa y los seres humanos desde siempre nos hemos defendido de muchas formas de este dolor. Creemos demasiado importante nuestro “defecto” y solemos intentar deshacernos de él para no tomar contacto con sus emociones asociadas. Los típicos mecanismos psicológicos de negación, compensación y proyección son de los que más usamos en este sentido. Pero dichos mecanismos nos defienden del dolor, pero no lo eliminan, sino que van atrincherándonos en nuestros propios complejos repletos de desamor y de inconsciencia.
El entendimiento y la aceptación de nuestra condición de seres encarnados, no es necesariamente malo, como no lo son los límites en sí mismos. Si hemos llegado a cierto grado de madurez, cada uno de nosotros puede entender, tal vez pasado cierto tiempo, el valor en aprendizaje y crecimiento que han tenido en nuestras vidas ciertas experiencias de frustración y de dolor. Que eso sea más de lo que habitualmente por nuestra estrechez de miras podemos aceptar de la vida, es otra cosa.
Todos tenemos a Saturno en la carta natal y también todos hemos experimentado en algún momento el sabor de las limitaciones de la vida, como minino en algunos de los sectores de nuestra existencia. Además en las épocas en que Saturno forma aspectos con puntos importantes de nuestra carta natal tanto sea por tránsitos o progresiones tenemos la oportunidad de actualizar nuestra relación consiente con nuestro lado terreno y concreto, profundizando dentro nuestro con el objeto de abarcar, expresar y sanar aquellos aspectos de nuestra personalidad que hemos querido olvidar o no ver en el pasado. En la consulta se verifica que dichas épocas ocasionan en la mayoría de las personas gran cantidad de emociones no muy agradables, que nos invitan a conocernos más a nosotros mismos y descubrir potencialidades desconocidas hasta entonces.
No existe carta natal sin Saturno, ni vida sin algún grado de limitación y frustración. Es por eso que a través de nuestras propias actitudes podemos transformar estas experiencias y aprender enormemente de ellas, moviéndonos en dirección de nuestra propia profundización, desarrollando un verdadero amor incondicional por nosotros mismos, descubriendo en que parte del camino nos hemos olvidado de nosotros, de nuestro ser más profundo y estructural y cómo podemos acercarnos nuevamente a nuestra verdad fundamental, con una perspectiva más amorosa, solida, autónoma y real de nosotros mismos.